• EXPEDIENTE: Pluriempleo del bueno
  • CENTRO: Universidad Complutense de Madrid
  • ASUNTO: Cobrar de todas partes sin estar en ninguna

Resumen

A ver si de una vez por todas los investigadores de este país aprenden cuál es la quintaesencia de la universidad pública española: no se trata de trabajar en muchos proyectos, se trata de tener muchas ocupaciones pero arreglárselas para no ir. ¡Éste es el pluriempleo bien entendido!

Mientras personas valiosas (sin padrino) están buscándose la vida ahora trabajando en un centro, combinándolo con unas clases en un máster, con unas conferencias por aquí y por allá, con un libro cuyos derechos de autor no llegan nunca, con una patente que todavía está en tramitación... Mientras a unos les pasa todo esto, a los que tendrían que defender a los trabajadores les pasa lo contrario: no dan abasto para cubrir puestos en los que se cobra sin dar un palo al agua.

(Se nos ha ocurrido tratar esta noticia con una introducción jocosa porque hacerlo de otro modo era demasiado deprimente)

Exposición

Fuente: http://www.opinar.net/2007/julio/ccys09.htm (LIGORIO MUNTANER)

Reproducimos el artículo tal cual del site OPINAR:

 La profesora “liberada”, más allá del bien y del mal

 ¿Es compatible ser liberada sindical y delegada del Decano para la Extensión Universitaria?

 Días pasados OPINAR dedicó un amplio espacio a las elecciones a Rector de la Universidad Complutense, una de las empresas de mayor envergadura de la Comunidad madrileña, cuestión que despierta gran interés, sobre todo porque el modo de gestión es muy atípico, hasta llegar a veces a ser inexistente. Durante el carrusel electoral vimos desde “un voto, un kalimocho”, que hacía recordar a los gloriosos tiempos del caciquismo, hasta las quejas profesorales de falta de entusiasmo, asunto este que, el entonces Rector en funciones, candidato a Rector y hoy actual Rector, Carlos Berzosa, contestaba en una entrevista con nuestro subdirector: “…El Rector no debe decirle a un decano cómo debe potenciar su Facultad…. Puede ser que haya profesores que necesiten ser ilusionados; bien, yo estoy dispuesto a escuchar y trabajar en sus propuestas. Pero, claro, hay que saber si son de tipo individual o no. Si en las de tipo individual yo puedo hacer algo, desde luego que cuenten de antemano con mi apoyo. A veces, esa ilusión que se demanda debe ser generada desde el propio centro donde trabajan esas personas, porque no es posible hacerlo de otra manera. Estas ocasiones de campaña electoral sirven para exteriorizar situaciones en las que yo, como rector, no puedo hacer grandes cosas, aunque me las adjudiquen de forma gratuita e interesada.”

 OPINAR se sintió alertado desde el famoso segundo congreso sobre la corrupción en la Universidad, de muchos casos que se venían dando y hete aquí que uno de nuestros redactores encontró una perla cultivada, alimentada desde UGT, con participación de todas las instancias: Departamento Universitario, Decanato, Rectorado… en fin un ejemplo fantástico para haberlo descrito en el marco de la picaresca del Siglo de Oro.

 Pero lo haremos nosotros, con idéntica ambición, aunque menor nivel. El caso es ejemplar, fundamentalmente por la falta de ética que supone. Tal hallazgo está incrustado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Vayamos a la historia. 

 Al parecer una profesora, a punto de alcanzar la edad de jubilación y falta de cotizaciones a la Seguridad Social, afiliada a UGT, promueve campaña entusiasta para que el actual decano de la Facultad de Ciencias de la Información sea reelegido. La cosa no tendría otra consideración que la del aplauso al haber conseguido el objetivo si no fuera por la enorme extrañeza que produce que una miembro de UGT apostase de forma tan activa por el candidato vinculado al PP. Más extrañeza aun que los favores prestados fuesen recompensados con un cargo de “delegación del decano”, osea creado para ella lo que, al parecer, no era lo prometido. Como –también, al parecer– el alcance del cumplimiento de la promesa fue corto, la ambición de poder grande y la preocupación de tener que abandonar la Universidad sin las cotizaciones mínimas, mucho más grande, su sindicato le echo una mano y supuestamente la “liberó”. 

 La cuestión rocambolesca comienza cuando la señora profesora en cuestión, comunica a su director de Departamento, esgrimiendo un papel del Sindicato, que está “liberada”, es decir absolutamente exenta de trabajar para la Universidad, porque su trabajo se va a desarrollar en el seno de FETE-UGT, y por lo tanto se dice desvinculada de la obligación de dar clases. El director de dicho Departamento se lo cree sin más y solicita al vicerrector correspondiente, el de Ordenación Académica, que le conceda profesores para paliar la ausencia docente. Por supuesto, previamente, tuvo que celebrarse un Consejo de Departamento en el que se debió tratar dicha cuestión, pasar la petición por Junta de Facultad y, con todas las bendiciones, llegar al vicerrectorado citado. El cual, también creyéndose la cuestión, da luz verde. Entonces la “liberada” profesora exige firmemente el presunto derecho a ser miembro de la comisión para juzgar los méritos de los aspirantes a desempeñar la disciplina que ella abandonó, por sorpresa, escasos días antes de comenzar las clases, momento en que se descubre, por la fuerza de los hechos, que su única intención es dejar de dar clases, que es muy incomodo y sacrificado, pero que no deja nada de nada más para dedicarse a trabajar a tiempo completo, según su planteamiento, para UGT. Sigue interviniendo, como si no pasara nada, en las reuniones del Consejo del Departamento, se apunta a miembro de todos los tribunales de plazas de profesorado, no en el lugar reservado para los representantes sindicales sino en el cupo que corresponde a la “empresa”, sigue ostentando el cargo de Delegada del Decano de la Facultad de Ciencias de la Información para la Extensión Universitaria y puede hacerlo, por irregular que sea, porque se lo consienten todo.

 Hasta ese momento la Redacción de OPINAR, periodistas bastante duchos en el conocimiento de los temas sindicales, habría asegurado que no era posible estar en los dos “bandos”, en la dirección de la Empresa y como representante sindical (meses después logró convertirse en miembro del Comité de Empresa, es decir pasó del nombramiento a dedo del sindicato UGT a ser miembro electo del órgano que tiene que negociar los asuntos laborales con la dirección de la que ella también forma parte) y seguimos creyendo en esa rotunda incompatibilidad, pero debemos ser los únicos, porque UGT también consiente y apoya el disparate. Ni los sindicatos verticales del franquismo lograron diseñar tan disparatada dualidad. En estos momentos cualquier contencioso en CC.II. se puede solucionar encargando todos la negociación a la misma persona. La profesora Avelina Vega (así se llama) puede resolver, con gran facilidad y éxito seguro, por si sola, al haber logrado estar situada cómodamente en la posición de juez y parte al mismo tiempo. 

 Desde el primer instante la Redacción de OPINAR se puso en contacto con FETE-UGT de Madrid para confirmar o desmentir los datos que nos estaban llegando, pero, a parte de percibir un tono amenazante en la segunda y ultima conversación mantenida con el responsable de los asuntos universitarios, el subdirector de edición sólo logró saber que la liberada realizaba unos informes sobre salud laboral cuando se los pedían y que ese era todo su trabajo en el Sindicato. No nos quisieron dar más información sobre horas de liberación que tenia o si estaba totalmente liberada… nada.

 La curiosa situación supone que además la ínclita profesora dispone actualmente en la Universidad Complutense de tres despachos: el del local sindical ofrecido por UGT, único que debería ocupar para desempeñar un supuesto trabajo sindical que nadie conoce que realice, el número 11, de la quinta planta, del Departamento de Periodismo II y el de su digitado puesto, en la tercera planta, en el Decanato de Ciencias de la Información. ¡Para que luego digan que la universidad pública carece de medios!

 Pero el asunto se embarulla y hacia finales de Febrero aparece un documento oficial del rectorado aclarando que esta señora solamente está liberada 75 horas. Es decir que le restan otras 85 en las que debe trabajar para la Facultad y, por lo tanto, dar clase. De poco sirve el papelito porque a los cinco meses que ya ha pasado escaqueada, suma los que quedaban de curso, dado que ningún responsable le ha indicado en ningún momento que debe cumplir con sus obligaciones. 

 Para que se entienda mejor, fundamentalmente para aquellos que no conozcan el buen funcionamiento sindical. Un trabajador es “liberado” por un sindicato de su actividad laboral habitual para que dedique todo su tiempo a las funciones propias sindicales que, en buena lógica, deberían ser para beneficio de los trabajadores. Por lo tanto nada que ver con los intereses empresariales. He aquí la primera contradicción moral y ética de la “liberada” profesora y por extensión de quien se lo permite. Por lo tanto la cadena de valor, hablando en términos empresariales, comienza en FETE-UGT, sigue por el Departamento de Periodismo II, continúa por el Decanato de CC.II. y alcanza hasta el Vicerrectorado de Ordenación Académica. 

 Este último, el vicerrector Carlos Andradas, nos ha aclarado algunas cosas: “Ciertamente la jubilación en la UCM es a los sesenta y cinco años y esta profesora ya los ha cumplido, pero tenemos firmada en Convenio Colectivo una cláusula que nos obliga a mantener vigente el contrato de los contratados laborales que, aun teniendo la edad reglamentaria, no hayan cubierto los plazos de cotización mínima. El mismo día que esa condición se cumpla, (junio de 2008), esta profesora quedará jubilada a todos los efectos”.

 El señor Andradas nos confirmo que la carta que indicaba una liberación parcial, de 75 horas fue remitida por el vicerrectorado, porque eso es lo que se contempla para los miembros del Comité de Empresa y no tiene ninguna otra noticia o comunicación en otro sentido. Y está convencido de que para el próximo curso tendrá su correspondiente carga docente: “El director del Departamento es el responsable de la programación docente y lo decidido por el Consejo del Departamento nos lo debe remitir para su revisión. Le aseguro que comprobaremos con rigor que se estén cumpliendo todas las obligaciones docentes”. 

 A nuestra pregunta sobre si podría alegar que las 85 horas restantes las dedica al puesto de dirección que le mantiene el Decano, nos explica que la excepción de horas docentes para un cargo no tipificado estatutariamente, como es este caso, la tiene que aprobar la Junta de Facultad, al ser un caso extraordinario, y posteriormente conseguir el visto bueno de la Comisión Académica de la Universidad Complutense de Madrid y este no ha sido el caso. 

 Esta conversación la mantuvo el director de OPINAR con el vicerrector Andradas el pasado día 28 de junio. Al día siguiente el propio señor Andradas remitía una carta al director del Departamento de Periodismo II para aclararle que la señora Vega estaba liberada de 122 horas mensuales, lo que, dado el bajo número de horas presenciales que exige la Universidad, hace que esa liberación sea, en la práctica, total. Por lo tanto, según el nuevo giro que da la historia, por ahora esta profesora no tendrá que trabajar ni un minuto en labores docentes, ni responsabilidades universitarias, debe dedicar todo su tiempo y esfuerzos al trabajo sindical en UGT. Todo eso siempre que no haya nadie que ahora saque un nuevo conejo de la chistera en forma de excepción sorprendente para que pueda mantener sus cargos en el Decanato y su presencia activa en el marco de la toma de decisiones del Consejo de su Departamento. ¿Se atreverá alguien en ese mundo de silencios, sobreentendidos, tapaderas… a indicarle donde está su sitio? ¿Deberá devolver las horas no trabajadas en la docencia durante el curso que ha terminado? Apostamos a que todo quedará enterrado a beneficio de inventario. Total, lo pagamos todos. 

 Quizás lo peor de este asunto es la parte que toca a los afiliados de UGT en la Facultad que no han salido todavía de su asombro al contemplar encumbrada y protegida por su Sindicato a una señora a quien prácticamente no le conocían militancia y, por supuesto no recuerdan que haya hecho nunca ningún esfuerzo solidario con ellos ni con otros trabajadores. Y que, en muchos casos, en lugar de cómo compañeros, los trata como adversarios a derribar, sobre todo a los de su propio Departamento. 

 Aunque quizás hay algo peor en esta historia de ambición desmesurada de poder en la edad tardía y es el mal ambiente que dejan en depósito estas actitudes entre quienes buscan a diario ser buenos profesionales (también del sindicalismo) y quedar al margen de trapicheos. Porque, ¿Cómo se puede generar ilusión cuando los profesores asisten estupefactos a espectáculos como este?  

 

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