UAB: más allá de la endogamia (La Vanguardia, 23-11-1999)

UAB: más allá de la endogamia

EUGENIO MADUEÑO

Lo ha dicho la revista científica "Nature": "El amiguismo en la selección de los profesores universitarios y la esclerosis intelectual de los investigadores funcionarios amenazan el desarrollo científico y económico de España". Es la endogamia que ha dejado fuera de la universidad a científicos como el físico José Caro, el biólogo marino Luis Pérez Carrasco o el astrofísico Antonio Férriz, quienes, aunque reconocidos por prestigiosas universidades extranjeras, no lograron entrar en las españolas, porque la plaza estaba ya adjudicada antes de que el concurso se convocara.

Si esa práctica tan contraria al espíritu científico afecta a tipos de la categoría de los antes citados, ¿qué cabe imaginar que ocurre peldaños más abajo? Seguramente lo que ha sucedido en nuestra Universitat Autònoma, donde un profesor que optaba a la plaza de Metodología de la Investigación en la facultad de Ciencias de la Educación presentó una memoria de su lección magistral compuesta a modo de puzzle con 90 fragmentos copiados literalmente del libro "Técnicas de investigación en ciencias sociales" (Editorial Dykinson), con la mala pata, eso sí, de que uno de los coautores del libro era casualmente uno de los miembros del tribunal.

Ni la indignación del autor -que ha denunciado por la vía penal al concursante plagiador-, ni la del editor -que ha dirigió un escrito al rector de la UAB, Carles Solà, en el que certifica que "no" ha dado permiso para que le copien el libro-, ni el recurso de un profesor que aspiraba a la misma plaza pero que no se presentó porque sabía que ya estaba adjudicada, ni el informe del Síndic de Greuges de la institución, Enric Cassasas, que por pasiva se abstiene "de hacer comentarios de tipo ético sobre la degradación de la vida universitaria que pone de manifiesto el comportamiento de algunos concursantes...", nada ni nadie, en fin, ha impedido que se le adjudique la plaza y goce eternamente de su condición y sueldo de funcionario.

Lo sarcástico es que, en el concurso público, el susodicho tiene la barra de condenar "a quienes ignoran la trascendencia moral que supone la apropiación del trabajo de otros investigadores".