CARTAS A LA VANGUARDIA

Otras endogamias (LV, 21/11/1999)
Agradezco en nombre de muchos de mis colegas el refrescante reportaje sobre "Endogamia en la universidad" (19/XI/1999), un tema recurrente en la prensa pero que no parece inquietar a quienes debieran solucionarlo. Tan sólo la reciente legislación sobre las habilitaciones ha abierto una pequeña fisura en los parapetos departamentales, permitiendo el acceso al funcionariado universitario -con cuentagotas- a foráneos o proscri tos. Paradójicamente, y para deshonra de la autodenominada iz quierda, fue el Partido Popular el que promulgó dicha ley. Esta carta pretende, además, lla mar la atención sobre el hecho de que el fenómeno endogámico no es exclusivamente universitario, sino que afecta a muchas "ofertas públicas de empleo".
Desde que hace un año fui elegido presidente de la Societat Catalana de Cirurgia, he participado en diversos tribunales del Institut Catala de la Salut para la concesión de plazas de cirujano de plantilla.
En todos los casos han sido escogi-cluidos de la convocatoria por "no haber trabajado cinco o más años en un hospital del ICS". Discrepo de Eugeni Madueño sobre que la endogamia crónica que padece el empleo público represente una mera interiorización del régimen franquista. Es concederle al dictador una influencia histórica de la que carece. A estas horas ya deberíamos pensar en explicaciones alternativas de mayor calado cultural y legislar en consecuencia.
ANTONIO SITGES-SERRA
Catedrático de Cirugía de UAB
Barcelona

25-12-99

La endogamia en las universidades

Leí el artículo de Madueño sobre la endogamia en nuestras universidades. Soy una persona ajena a este mundo, al que siempre había respetado y del que pensaba que era un baluarte frente a un mundo en el que sólo importa el dinero.

Una vez leído el caso del profesor Guillem Bou -en representación de muchos otros-, he sentido vergüenza de vivir en un país en el que todavía, teniendo a mano personas de esta valía, las ignoremos para colocar en su lugar al "sobrino de" o al "hijo de", como si las plazas universitarias se heredaran. No es la primera vez que ha habido quejas.

Estas plazas se han de ganar por méritos y hay que colocar en ellas a los mejores de los que se presenten. El futuro de todos está ahí: hay que dejar de ser tan chapuceros.

ALICIA FERNÁNDEZ LACUEVA

Endogamia en la UAB 21/12/1999

El artículo sobre la endogamia en la UAB dio en el clavo. Con el ánimo de contribuir en el debate, les propongo la siguiente adivinanza:

En 1996 se celebró un concurso en la UAB para cubrir una plaza de profesor titular. Un candidato acreditó la publicación de dos libros y más de una docena de publicaciones en las revistas científicas más destacadas en la especialidad objeto del concurso. Una de ellas había sido premiada por la Universidad de Harvard, considerada como la número uno en dicha especialidad en Estados Unidos.

Tres profesores de Harvard, incluyendo el editor de la revista más prestigiosa en la disciplina del concurso, escribieron cartas de recomendación, destacando el prestigio internacional de la obra del candidato, el primer profesor español en publicar en la revista. El candidato había sido premio extraordinario de Literatura y en 1991 obtuvo la única beca MEC-Fulbright concedida en España para esa especialidad.

La obra científica del candidato "de la casa" se reducía a una monografía de una editorial comercial, dos breves artículos (uno como coautor junto con otros cuatro profesores, entre quienes figuraba el presidente del tribunal) publicados en España con el patrocinio del presidente del tribunal -catedrático de la UAB- y un "working paper" publicado por la UAB. ¿Adivinan a quién se le adjudicó la plaza?

ANNA LÓPEZ MONSERDÁ

Mollet del Vallès

Más allá de la endogamia en la UAB (12/12/1999)

Quisiera felicitar a Eugenio Madueño por la columna "UAB: más allá de la endogamia" y añadir a ella unas reflexiones:

1. Soy profesor funcionario de enseñanza secundaria y gané mi plaza en un concurso público en el que se ofertaban cinco plazas y se presentaban unos ochenta licenciados. Además, tenía pocos puntos por inte-rinaje.

2. Sé que una oposición no siempre es justa, porque algún aspirante puede tener un mal día y, por el contrario, ser un buen profesor. No obstante, me siento bien conmigo mismo por haber superado un concurso oposición tal como establece la ley y tal como, moralmente, nos parece el método más justo.

3. En consecuencia, estos concursos de las universidades en los que va un candidato solo (y si hay dos, gana el de la casa), me parecen, ya de por sí, difícilmente legitimables.

4. Ahora bien, puestos a que algunos sean un trámite, hay que distinguir entre un tramitador mínimamente listo y un tramitador incapaz de redactar él solito un resumen de un tema, cuando ha dispuesto de un año para preparar el concurso.

Que cada uno saque sus conclusiones. Me molesta particularmente que esto haya sucedido en la Universitat Autònoma de Barcelona, en la cual me titulé hace unos años, cuando era rector Josep Maria Vallès. Evidentemente, eran otros tiempos y, por lo que veo, en la UAB había otro ambiente. Pienso que, con el antiguo rector, esto no habría pasado.

JOSÉ MARÍA VALERA PIBERNAT

Montcada i Reixach

Distinguido señor:

Soy profesor de Secundaria. Dedico mi vida a enseñar (y a aprender), y no me cabe en la cabeza la idea de “parasitar” trabajos de otros, pues a mis alumnos no les permito de ninguna manera copiar (pensar, inspirarse, recrear sí). Si es cierto, como se refleja en un reciente artículo de Eugenio Madueño (“Más allá de la endogamia”) que un profesor ha copiado literalmente de otro sólo puedo sentir tristeza (¿pena?) por su nivel intelectual y moral.

Flaco favor hacen estos pedagogos y psicólogos “de salón universitario” a sus compañeros que viven la realidad diaria de los institutos, luchando en parte con cierta tipología de alumnos y (¿por qué no decirlo?) con resistencias de todo tipo por parte de algunos de sus colegas. ¿Contribuyen actos como éste a prestigiar la Universidad? ¿Con qué cara pueden venir luego profesores universitarios (que quizá no hayan pisado un aula adolescente en su vida) a explicarnos cómo debemos dar clase?

Entre la desesperanza por lo que significa un acto así y el anhelo de que se trate de una deshonrosa excepción, invito a mis compañeros de enseñanzas no universitarias a opinar sobre el tema.

Atentamente,

E. Romero.

Barcelona

 

Distinguido señor,

Debo felicitarle por el artículo “UAB: más allá de la endogamia” publicado en su periódico. Para mí ha sido reconfortante que la prensa se hiciera eco de un asunto que juzgo tremendamente injusto y que, por desgracia, muestra a los extremos que puede llegar la falta de ética profesional en nuestra universidad.

Para que se haga un idea de hasta que punto se llegan a tergiversar los hechos para justificar lo injustificable, baste decirle que el Jefe de Departamento, Joan Rué, me dirigió hace unos días una carta en la que dice textualmente: “el mismo tribunal, a instancias de una reclamación posterior, se ratificó en su veredicto inicial”.

Pues bien, esta afirmación es absolutamente falsa, ya que dispongo de una carta de una profesora del citado tribunal en la que me hace saber que no se han reunido de nuevo. Sin embargo, lo realmente escandaloso es la ausencia completa de vergüenza al dirigirme esta carta a mí, ya que precisamente yo era el Secretario de dicho tribunal y, por tanto, la persona  que lo sabría (y, además, encargada de levantar acta) en caso de haberse realizado una nueva reunión.

Entienda, pues, que ante tanto cinismo, uno se reconforta de ver como al menos su periódico cuenta la historia con toda su crudeza y con fidelidad a los hechos.

Reciba mi agradecimiento más sincero y un cordial saludo,

Justo Arnal