Desde siempre se ha tenido constancia de la dudosa actividad de muchos grupos de investigación universitaria en el sentido de etiquetar como "investigación" trabajos de tipo profesional. Nunca se ha controlado qué convenios son realmente "puntas de lanza" en campos concretos y cuáles son encargos que deberían hacerse a la empresa privada.
El agravante de esta competencia desleal es doble:
a) Ético: Por una parte, un departamento universitario hace la competencia a los titulados que forma. Ejemplo: Convenios de formación con diversas empresas e instituciones por parte del Departamento de Pedagogía Aplicada de la UAB durante los años 90. Dicho departamento realizaba actividades simples de formación, que no son en ningún modo "investigación" y que deberían ser realizadas por titulados en Ciencias de la Educación o afines. Sin embargo, bajo el paraguas de un convenio los profesores del departamento se podían sacar un sobresueldo, quitándolo evidentemente a los licenciados que en justicia se debería contratar (¿O no les formaron lo suficientemente bien en la carrera para que pudieran impartir docencia?).
b) Legal: hay frecuentes casos de incompatibilidades que se saltan a la torera mediante la interposición de figuras legales cuando, en realidad, son lo que son: una segunda dedicación. ¿Qué se ha hecho de la figura vocacional del profesor universitario?
De estos casos se debe excluir, obviamente, la creación científica, técnica o literaria, que sí forma parte del trabajo de punta de lanza de la universidad. No estamos hablando de escribir un libro, patentar un invento o registrar un software, sino de algo como lo que se expone en:
http://www.cita.es/corrupciones/universitarias/
y en
Antecedentes
En el Congreso de editores de Benalmádena de 1998, se planteó que la edición de material por parte de las universidades constituía un acto de competencia desleal. El tema, de hecho, ya era recurrente, porque se había planteado en diversos cursos de verano sobre edición de la UIMP
La idea básica es que, en la actualidad y ya en 1998, editar un material en CD-rom en ningún modo suponía una innovación. Ya estaba al alcance de cualquier pequeña o mediana empresa editorial. Lo único que podía justificar una iniciativa de este tipo era el contenido (de la misma forma que se edita un libro para el público universitario), pero la intromisión en un sector definido (cuentos infantiles interactivos, formación a empresas, por ejemplo) conllevaba acusaciones fundamentadas de competencia desleal.
El ejemplo de lo que sucede en el extranjero
La BBC suspende su 'web' educativa por presiones del sector privado (CIBERP@ÍS 22/03/2007)
La BBC ha suspendido su sitio educativo BBC Jam después que la Unión Europea le transmitiera la queja del sector privado, que lo consideraba una competencia desleal.
El programa, según Cnet, tenía una dotación de 200 empleados de la BBC y había conseguido 170.000 internautas registrados con edades entre 5 y 16 años.