Colegiales y manteístas en la Universidad española

 

Colegial del Sta. Mª de Jesús, de Sevilla, en el siglo XVI

Entre los estudiantes universitarios españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII existía una división en las dos categorías en que cristalizó su tendencia a la división en grupos. Se dividieron los estudiantes en colegiales y manteístas; aquéllos eran los que, por gracia o mediante pago, vivían en los Colegios fundados juntos a las universidades y se distinguían por llevar una prenda especial llamada beca, nombre que se hizo extensivo a la pensión que disfrutaban.

Los manteístas, llamados así por ir vestidos con el traje talar y encima el manteo (capa con cuello), vivían en casas particulares y pensiones, teniendo que realizar diversos trabajos domésticos para poder vivir.

Esta separación clasista tendrían gran repercusión a la hora de la reforma universitaria de la Ilustración y fue el origen de muchos de los desórdenes y faltas de disciplina. Resultaba de todo ineficaz que los bedeles y alguaciles de las autoridades académicas hicieran rondas por las pensiones y colegios para vigilar que los estudiantes guardaran las horas señaladas en los estatutos para el estudio.

Con el tiempo, los colegiales se convirtieron en una auténtica casta de elegidos, que cubrían todos los cargos en las universidades y a los que el estudio terminó importando poco. Incluso cuando acababan sus estudios, solían quedarse como "huéspedes" disfrutando de mayores privilegios si cabe, para optar a cualquier cátedra, prebenda o puesto funcionarial.

La figura de los "hacedores" en los Colegios autollamados "Mayores" terminó por eliminar prácticamente la celebración de concursos de méritos. "Hacedores" eran los antiguos colegiales que habían conseguido llegar ya a los puestos más influyentes del Estado, y desde allí manejaban a su antojo las becas vacantes. Así se explica que las becas fueran a parar "a hijos, sobrinos, parientes y allegados de otros colegiales, y especialmente de consejeros, camaristas, obispos y otras personas de autoridad que puedan otro día volver la vez al Colegio, esto es, favorecer en las pretensiones a sus colegiales...", y que, "por otra parte, la Junta de Colegios, aunque obligada de oficio a celar la observancia de las Constituciones, es paciente, es benigna, sabe disimular con los amigos y aun dispensarlas con el mayor garbo"

"Consta que de tiempo inmemorial no se celebra concurso, y que sólo se presenta un opositor y que éste acostumbra a venir recomendado de los Hacedores... Se tiene igualmente por cierto que, por lo menos algunas veces, las lección que prescriben las Constituciones con puntos de veinticuatro horas, está estudiada y hecha muchos días antes y en alguna ocasión sobre puntos que no se cortearon, porque el Colegio no puede resistirse a las poderosas recomendaciones con que suele venir el presentado"

Informes sobre los Colegios Mayores de Salamanca,

Felipe Bertrán (1703-1782), Inquisidor General

 Para saber más...

 "La Ilustración y la reforma de la universidad en la España del siglo XVIII; Antonio Alvarez de Morales; Ed. Pegaso, Madrid 1985

 "Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de enseñanza en España", Vicente de la Fuente (4 Vols.), Madrid 1989 (existe reimpresión en 1969-1975)