Texto ilustrativo sobre la connivencia del poder político (cargos públicos) con la universidad, con el objetivode determinados cargos públicos de formar lobbies intelectuales:

El sistema de autoridad intelectual del liderazgo gris

En general, el líder gris no es intelectualmente brillante. Termina una licenciatura y hace un doctorado, pero busca siempre una disciplina en la que se pueda opinar con cierta comodidad y en la que haya modas académicas a las que apuntarse. Esto le proporciona inicialmente una situación de relativo apoyo ya que, si la disciplina elegida funciona por modas, a sus representantes les interesa que aparezcan seguidores y, por tanto, no van a juzgar la calidad de las aportaciones del líder gris: lo importante es que piensa del mismo modo.

Por tanto, si a usted le proponen alguna vez ser director general, olvídese de escribir artículos sobre Física Cuántica o Modelos matemáticos de la economía basados en ecuaciones diferenciales. Elija un tema del estilo ”tendencias en la aplicación de políticas penitenciarias”, “experimentos en la reforma educativa” o “nuevas tendencias en psicología de las organizaciones”, es decir, un campo en el que todo sea opinable y cualquier orador pueda escribir tres hojas de artículo sin contradecirse demasiado.

La idea de fondo es algo tan serio como el criterio de intersubjetividad de las ciencias sociales. Es decir, a las ciencias naturales se les puede requerir objetividad (si usted dice que ha descubierto un nuevo combustible, debe demostrarlo haciéndolo entrar en combustión, es decir, debe idear un experimento que le dé la razón). En las ciencias sociales, en cambio, se admite como objetivo un resultado si goza del acuerdo de la comunidad científica (criterio de intersubjetividad). Este criterio permite avanzar en campos nuevos a disciplinas como la sociología o la psicología y, en realidad, es de naturaleza positiva (provoca que la ciencia progrese) pero el líder gris sabe muy bien cómo aprovechar las posibles perversiones del sistema.

Por tanto, raramente encontrará usted un líder gris intelectualmente solo. Formará parte de una camarilla intelectual de esas en que los “sabios” se citan unos a otros (fulano dice que esto es cierto porque lo dice mengano, y mengano dice que está demostrado porque lo dice fulano). Con el presupuesto asociado directamente al cargo, se podrán financiar actividades de la camarilla y, de este modo, ser aceptado en ella.

El resultado estratégico de una construcción tan simple es inmejorable. El líder gris se ahorra todo tipo de críticas porque forma parte de un lobby intelectual que disuade a sus adversarios.

El criterio de la entrega y la satisfacción personal

Para hacer crecer el club del líder gris (este lobby al que nos hemos referido) surge el problema de su poca atracción para las figuras realmente válidas intelectualmente. Ello se resuelve integrando en él a muchas mediocridades (pero mediocridades con algo de influencia) y se las evalúa en público destacando, sobretodo, su entrega personal a los proyectos (nunca los resultados). Para que el lector esté advertido: cuando vea que en cualquier acto solemne se destaque que el agasajado ha realizado mucho trabajo y, lo que es peor, éste manifiesta que ha tenido una inmensa satisfacción al hacerlo, no dude que se halla ante una estructura gris de este estilo.

Valorar la dedicación no productiva omitiendo los resultados es tan viejo que ya se denunció hace siglos:

“Los jurisconsultos reclaman entre los doctos el primer lugar, y cierto es que ningún otro se muestra tan contento de sí mismo cuando, a modo de nuevos Sísifos, hacen rodar asiduamente la piedra urdiendo en su cabeza infinidad de leyes, sin importarles que vengan o no a pelo, acumulando comentario sobre comentario, opinión sobre opinión, y haciendo creer que sus estudios son los más difíciles de todos. Se figuran, en efecto, que todo lo que cuesta trabajo es excelente y meritorio.” (Erasmo de Roterdam, 1999:68)

Casi todos los campos del conocimiento pueden aprovecharse para formar una “subcultura cojín” en la cual puedan acomodarse los inútiles. Allí es donde trabaja intelectualmente el líder gris.

Extraído de Bou, G. (2004): Movilización y liderazgo para directivos, directores y dirigentes. Ediciones Pirámide. Madrid.